Manifiesto
Os voy a hacer una pregunta:
¿Qué fue antes, la publicidad o la sociedad?
Ya, ya sé que casi todos me vais a contestar que primero, por supuesto, la sociedad.
Pero, desde que la publicidad apareció en nuestras vidas, siempre me pregunto que quién se nutre de quién. Por que la publicidad es un reflejo de la sociedad donde se desarrolla; pero la sociedad, a su vez, es un reflejo de la publicidad, de los productos, de las modas… todo es producto de todo.
Y para ver cómo la sociedad se ha nutrido de la publicidad, vamos unas piezas donde se dejan ver estos dilemas, de la forma más entretenida. Me estoy refiriendo a las películas, las series de televisión, la música… todas esas maravillas, cápsulas del tiempo, que recogen de alguna manera el momento en el que se crearon.
Hay cientos, miles de muestra que iremos mostrando poco a poco, en los que veremos cosas muy curiosas, más o menos evidentes, pero siempre presentes en nuestras vidas, en la publicidad.
Como aquella moda que surgió en el año 1966 y que hizo que la pregunta ‘¿Qué dices?’ solo tuviera una respuesta: ‘¡Que te Fagorices!’.
O aquella canción que cantó Lunapop en el año 1999 y que nos decía que “es fantástico dar vueltas con los pies sobre sus alas, en mi Vespa Especial que te quita problemas”.
O sin darnos cuenta del consumo preocupante, aunque idílico, de café y cervezas (Budweiser y Coronita) por parte de nuestros queridos amigos de Friends desde 1994 hasta 2004.
Y sin olvidar aquella maravillosa escena de “El Apartamento” de Billy Wilder, en la que Shirley MacLaine allá en el año 1960 decía: ‘Una mujer que se enamora de un hombre casado no debería ponerse Rimmel’. Que Shirley MacLaine dijese Rimel en lugar de máscara de pestañas en aquella sencilla y gran frase significa que, a parte de descubrir que Billy Wilder fue un gran director, es que la publicidad tenía todavía mucho que decir, y que lo iba a decir de muchas maneras y en muchos lugares; incluso lugares y situaciones que nunca habrías imaginado y que recogeremos aquí semana tras semana.
¿Qué fue antes, la publicidad o la sociedad?
Ya, ya sé que casi todos me vais a contestar que primero, por supuesto, la sociedad.
Pero, desde que la publicidad apareció en nuestras vidas, siempre me pregunto que quién se nutre de quién. Por que la publicidad es un reflejo de la sociedad donde se desarrolla; pero la sociedad, a su vez, es un reflejo de la publicidad, de los productos, de las modas… todo es producto de todo.
Y para ver cómo la sociedad se ha nutrido de la publicidad, vamos unas piezas donde se dejan ver estos dilemas, de la forma más entretenida. Me estoy refiriendo a las películas, las series de televisión, la música… todas esas maravillas, cápsulas del tiempo, que recogen de alguna manera el momento en el que se crearon.
Hay cientos, miles de muestra que iremos mostrando poco a poco, en los que veremos cosas muy curiosas, más o menos evidentes, pero siempre presentes en nuestras vidas, en la publicidad.
Como aquella moda que surgió en el año 1966 y que hizo que la pregunta ‘¿Qué dices?’ solo tuviera una respuesta: ‘¡Que te Fagorices!’.
O aquella canción que cantó Lunapop en el año 1999 y que nos decía que “es fantástico dar vueltas con los pies sobre sus alas, en mi Vespa Especial que te quita problemas”.
O sin darnos cuenta del consumo preocupante, aunque idílico, de café y cervezas (Budweiser y Coronita) por parte de nuestros queridos amigos de Friends desde 1994 hasta 2004.
Y sin olvidar aquella maravillosa escena de “El Apartamento” de Billy Wilder, en la que Shirley MacLaine allá en el año 1960 decía: ‘Una mujer que se enamora de un hombre casado no debería ponerse Rimmel’. Que Shirley MacLaine dijese Rimel en lugar de máscara de pestañas en aquella sencilla y gran frase significa que, a parte de descubrir que Billy Wilder fue un gran director, es que la publicidad tenía todavía mucho que decir, y que lo iba a decir de muchas maneras y en muchos lugares; incluso lugares y situaciones que nunca habrías imaginado y que recogeremos aquí semana tras semana.
Bienvenido al lugar donde nunca está dicha la última palabra
Ainoa Ruano
Comentarios
Publicar un comentario